A raiz de haber visto el trabajo del autor Alfonso, los deberes han consistido en fotografiar la vida vitoriana desde las alturas. La idea era hacerlo en los momentos más concurridos, pero el tiempo no acompañaba. Pero ni el frío, ni la lluvia, ni el suelo inclinado y resbaladizo, ni la altura vertiginosa, ni lo mucho que asustaba oír las campanas tan cerca, consiguieron que no disfrutara de la experiencia.
Y es que, moviendo hilos (muchas gracias Ramón, Juanpe e Iñaki), he conseguido subir a la Iglesia de San Miguel Arcángel.
No me puedo ni imaginar lo que tiene que sentirse, cada 4 de agosto a las seis de la tarde, tener a los pies a toda la ciudad reunida, recibiendo con los brazos abiertos a Celedón. Un privilegio que tienen muy pocos. No pude ver la plaza abarrotada, pero ver Vitoria desierta bajo la lluvia una mañana de domingo fue una imagen que no podré olvidar.
Comencemos la visita:
Se accede por la puerta trasera, por el Callejón de La Malquerida:
La primera parada fue en el piso de la sala del reloj:
Segunda parada, la zona de las campanas:
Y ya por último, ascendimos al balcón:
Y aunque el día estaba muy gris, desde aquí arriba, el naranja era el gran protagonista:
Y un poquito de verde, que para algo somos Green Capital:
Cada día estoy más convencida: qué suerte tengo de vivir en una ciudad tan bonita.
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